Despertando

Esta vez aprenderemos
de los sueños nuestros.
Toda nuestra historia
reducida quedará
a las más falsas ideas
del mundo del “tú” y del “yo”.

Serás, para mí, una chica
que vi algún día en un bar,
la chica con quien soñé,
con quien aluciné,
con quien fantaseé.
A quien tenía entre mis brazos,
bueno, al menos eso soñé,
con quien se me hizo fácil,
por un tiempo, ser feliz.
A quien le atribuyo
el hecho de mi sonreír.
Y serás, para mí,
sólo una comedia
terminada en tragedia,
quien me paraliza
en su último acto.

Y para ti sólo seré...
¿yo qué sé en realidad?
Unicamente un frustrado
escritor que viste algún día,
solitario, en una plaza,
un bohemio que viste morir.

Piel forastera

Son dos amantes que
pretenden arder;
son amantes
tan disparejos,
uno es fuego abrasador
y el otro cristal ártico,
uno es el mar más turbio,
y el otro, el mar muerto.
Uno, tan blasfemo,
irreverente y lleno de locura,
y ella tan púdica que
nunca se conoció su verdad.
Él era ave, con alas
viejísimas, pero era ave,
y ella... bueno, no lo sé,
nunca lo dejó ver sus
alas, sus aletas, escamas
y mucho menos su piel.
Eran dos amantes
que pretendían arder
y al final, fueron
incinerados por la verdad.

Cielo II

¿Por qué he
de creer en
algún Edén
si ya tengo
el mío?
Pequeño, pero
seguro y mio,
en lo que
acostumbro llamar
averno o invierno.